Secciones
Referencias
Resumen
Fuente
Cómo citar
Buscar
La mitificación de Lima en las relaciones de fiestas del virreinato del Perú
The Mythification of Lima in Accounts of Fiestas in the Viceroyalty of Peru

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 7, núm. 2, 2019

Instituto de Estudios Auriseculares

Eva Valero Juan

Universidad de Alicante, España, España

Fecha de recepción: 28/06/2019

Fecha de aprobación: 24/07/2019

Resumen: La riqueza cultural del Barroco peruano se desarrolló en un contexto en el que los fastos tuvieron una relevancia muy significativa para comprender los modos con los que se edificó el mundo virreinal. La fundación y construcción literaria de una Lima mítica resultó fundamental para tal edificación. Esta se desarrolló en una serie de obras a lo largo de los siglos xvii y xviii, así como también en la tipología textual de las relaciones de fiestas, en las que la glorificación de la capital fue un objetivo prioritario. El presente artículo se propone el análisis de la mitificación urbana en varias relaciones del siglo xvii.

Palabras clave: Relaciones de fiestas, Lima, Diego de Ojeda, Carbajal y Robles, Juan Meléndez.

Abstract: The cultural wealth of the Peruvian Baroque was developed in a context in which the splendours had a very significant relevance to understand the ways in which the viceregal world was built. The foundation and literary construction of a mythical Lima was fundamental for such building. This construction was developed in a series of works throughout the 17th and 18th centuries, as well as in the textual typology of accounts of festivities, in which the glorification of the capital was a priority objective. This article proposes the analysis of urban mythification in various relationships of the 17th century.

Keywords: Accounts of festivities, Lima, Diego de Ojeda, Carbajal y Robles, Juan Meléndez.

Proponer un nuevo análisis sobre la construcción mitificadora de Lima en los textos coloniales pudiera parecer tarea reiterativa tras los trabajos que han analizado la temática en las últimas décadas 1 , presente en textos principales de la Colonia como los pasajes de El Arauco domado que Pedro de Oña dedicara a las grandezas de la ciudad en 1596, o en obras clave como Fundación y grandezas de Lima de Rodrigo de Valdés (1687) y Lima fundada o Conquista del Perú de Pedro de Peralta y Barnuevo (1732). Posteriormente la historia de la literatura peruana no cejaría en el empeño sobre una mitificación de la urbe que se desarrolla hasta bien entrado el siglo xx. Sin embargo, en lo que concierne al período virreinal la temática no se agota en los textos épicos, sino que se desarrolla en otras manifestaciones textuales. En este sentido, el género de las «relaciones de fiestas» emerge como una fuente textual de primer orden para seguir analizando este eje temático especialmente significativo para la comprensión de la edificación del orden virreinal. En el corpus textual de las relaciones de fiestas del virreinato del Perú, tres de ellas destacan por su relevancia para aportar nuevas perspectivas al estudio de este eje que atraviesa la historia de la literatura peruana: Fiestas que celebró la Ciudad de los Reyes del Pirú al nacimiento del serenísimo príncipe don Baltasar Carlos de Austria, nuestro señor, de Rodrigo de Carvajal y Robles, 1632; Relación de las fiestas reales que esta muy noble y leal Ciudad de los Reyes celebró este año de 1659 al nacimiento feliz de nuestro príncipe y señor natural C. Felipe Próspero, príncipe de las Españas y deste nuevo Mundo, de Diego de Ojeda, 1659; y Festiva pompa, culto religioso, veneración reverente, fiesta, aclamación y aplauso a la feliz beatificación de la bienaventurada virgen Rosa de S. María, de fray Juan Meléndez, 1671.

Antes de adentrarnos en los textos, es preciso contextualizarlos en el esplendoroso periodo del Barroco hispanoamericano, en el que la coincidencia de eclosión literaria y festiva llevó asociada la proliferación de las relaciones que daban cuenta pormenorizada de los fastos, dando lugar a un corpus textual abrumador a través del cual conocemos al detalle las características de esas celebraciones que eran de carácter religioso, político o cívico. Como apunta Teresa Ferrer, esta proliferación se explica por el hecho de que en la época de crisis que caracterizó la cultura barroca «la fiesta pública cobró un pleno sentido de propaganda de los poderes estatales o locales, civiles o eclesiásticos, y las relaciones, estrechamente vinculadas a ellas, florecieron sin tregua a lo largo y ancho del siglo xvii» 2 .

Desde esta constatación conviene aclarar, a modo de introducción, la definición de esta tipología textual, a través de la explicación de José Pascual Buxó:

las relaciones de fiestas pueden combinar sin pecado las «ponderaciones» del historiador con los «encarecimientos del poeta» puesto que el ambiguo objeto de su discurso, por más que sea un acontecimiento […] es ciertamente un espectáculo ficticio que se constituye como consecuencia de un elaborado programa alegórico cuyo referente inmediato es la puesta en escena de dicho espectáculo, fraguado —inventado y compuesto— con la participación de los recursos combinados de todas las artes. Esta es la razón […] de que en las relaciones de fiestas «concurran diferentes discursos generados en la fiesta misma» y cuyas afinidades formales —ser a un tiempo panegírico, descriptivo e historial— «permiten establecer con toda confianza un género»… 3 .

En el corpus textual que componen las relaciones de fiestas celebradas con motivo de acontecimientos de la monarquía hispánica durante los siglos xvi a xviii, existe un nutrido grupo de textos que contiene una especial significación. En concreto, en el Virreinato del Perú la proliferación de relaciones de fiestas (anónimas o de autor, impresas o manuscritas) resulta intensamente reveladora de la importancia que los fastos tuvieron desde época muy temprana para los conquistadores, colonos y mandatarios posteriores. Sin duda las más abundantes corresponden a las cortesanas 4 , entre las que destacan las destinadas al recibimiento de virreyes o a la proclamación de nuevos reyes de España, al nacimiento de príncipes (motivo de la relación de Rodrigo de Carvajal y Robles y de la de Diego de Ojeda) 5 , o también a la alabanza de reyes, virreyes y personajes ilustres. En cuanto a las fiestas religiosas, las más abundantes están dedicadas a festejar beatificaciones y canonizaciones, y entre ellas la relación de Meléndez es de especial relevancia para el desarrollo del criollismo en conexión con la mitificación de la capital.

1. La relación de Carbajal y Robles (1632)

Esta extensa relación en verso relata las fiestas celebradas a fines de 1630 con el motivo indicado en el título: festejar el nacimiento del «serenísimo príncipe don Baltasar Carlos de Austria», siendo la ciudad el sujeto de la celebración realzado como tal en el título: Fiestas que celebró la Ciudad de los Reyes del Pirú. Se la considera una de las más raras de la bibliografía americana del siglo xvii y es de las pocas que ha tenido una reedición en el siglo xx, realizada por Francisco López Estrada en 1950 6 . El texto se inscribe en la tradición de las laudes civitatis en tanto que, al tiempo que describe la fiesta, realiza un canto encomiástico a Lima, la Ciudad de los Reyes. Así se inicia la «Silva 1», con una invocación, a su vez, a la heroicidad de su fundador, Francisco Pizarro:



Fiestas de la ciudad, corte de reyes,
reina del Nuevo Mundo, que escondido
halló el afán sufrido
del gallardo estremeño
que, violando del mar temidas leyes,
fio de un flaco leño (fol. 1) 7 .

Fuente:

El autor da entrada, con este último verso, a otro tópico literario que vincula el viaje en barco con la codicia desde los clásicos y que se reeditó con el descubrimiento de las Indias. Unos versos más abajo la loa a la ciudad sigue construyéndose con el mismo afán laudatorio («Le descubrió el ameno paraíso / desta ciudad…») y mitificador, puesto que la «regia Lima» es comparada con Roma («que la ciudad se ardía / en fuego tan hermoso, / que no fuera cruel, sino piadoso, / Nerón…», fol. 12). La capital virreinal aparece así, a lo largo de todo el poema, como escenario convertido, por tanto, en espacio mítico, centro de ese «Pirú» que fue el Dorado de la fábula, cuyos montes dan «plata, azogue y oro»:



… y la ciudad de Lima,
en forma de una dama puesta encima
[…]
cuantos metales en sus minas cría
a la humana deidad del nuevo infante,
para que al Turco haga viva guerra,
con los ricos tesoros de su tierra («Silva VII», fol. 33).

Fuente:

Tras esta presentación mitificadora de Lima, del Perú y sus orígenes (situados por el autor en la conquista), el texto se configura como una crónica social en diversas partes. Formada por dieciséis silvas, estas van recogiendo los diferentes festejos que tuvieron lugar entre el 3 de noviembre de 1630 y el 17 de enero de 1631: comedias, juegos de cañas y de toros, torneos, desfiles de figuras alegóricas y mitológicas, fuegos artificiales, banquetes, etc. Los protagonistas son los diferentes gremios de la ciudad, las autoridades, la Iglesia, la Universidad, y en general todo el pueblo que participa, alborozado, llenando las calles de sonido, color, movimiento. Además, obedeciendo a la dimensión de la fiesta como discurso del poder, resplandece en la misma la «nobleza ilustre» cuando hacen su entrada triunfal en la «regia plaza» los «capitanes bizarros y galanes»: una larga lista de nombres acompañados de su correspondiente descripción heroica, empezando por «don Antonio de Ulloa y Contreras, / en cuyo pecho cría, / su ilustre sangre heroica y valentía» (fol. 8), seguido de otros tantos. En definitiva, la nobleza «que a esta ciudad da claro lustre» (fol. 8), caracterizada además por una serie de valores morales que se reiteran a lo largo de los versos: prudencia, talento, nobleza, perfección, generosidad.

Como cuna de esta nobleza, la ciudad aparece transformada en un gran escenario teatral, con los balcones y ventanas engalanados y «poblados» de «las generosas damas» y espectadores copartícipes en la ebullición urbana de los festejos:



Corría por las calles tanta gente
de la que una con otra se embaraza,
que en olas de empellones y raudales,
hasta desembarcar la corva puente,
de los arcos triunfales,
que en todas las entradas de la plaza,
daban estrecho paso a la corriente» (fol. 12).

Fuente:

Un escenario descrito a través de un campo semántico dominado por la luz y el colorido: «reverberaban», «tornasoles», «relucía», «resplandecía», «luminarias», «oro», «cohetes», «sol ardiente», «fulgor», etc. Desde este punto de vista, el texto resulta paradigmático de esa exhibición, propia de las relaciones de fiestas, de un engolamiento verbal a través de adjetivos superlativos, hipérboles, frases de elogio, y de una prolijidad descriptiva abrumadora, cuya finalidad no era sino la de convencer al lector de que nadie antes había presenciado un acontecimiento tan magno como el relatado («grandes fueron, más nunca tan del todo grandes») en la relación. Así, el autor consigue que el lector vea y escuche ese escenario urbano destellante y luminoso, su musicalidad, su colorido inigualable:



Mormollo, los tambores,
relinchos los clarines,
bramidos las trompetas,
chillidos, las cornetas,
voces los sacabuches,
gritos las chirimías
y las tiorbas dulces alegrías,
[…]
carcajadas de risa
dejando la memoria,
alborotada de confusa gloria (fol. 11).

Fuente:

En suma, se trata de una fiesta barroca en toda su dimensión, cuyo objetivo es la alabanza al poder hispánico, presente a lo largo de todo el poema, y en momentos especiales como los tan significativos vítores:



¡Viva Baltasar Carlos, viva, viva!,
viva para que imite
a su rebisabuelo
en el cristiano celo,
pues ha sido heredero de su nombre,
para que al Turco asombre
y degüelle su acero
la perniciosa cisma de Lutero
y la pérfida secta de Mahoma (fols. 16-17).

Fuente:

La imagen de América representada en Lima, ofreciendo todas sus riquezas al rey de España para seguir llevando por el mundo su eterna cruzada, queda sellada en la relación, cuyo final se sintetiza en la alabanza de Lima a Felipe IV:



Para que a vuestro aliento
deba el mundo el acento
de mi suave canto;
y las fiestas, que tanto
celebrar supo en tan remoto clima
al príncipe español, la regia Lima (fol. 89).

Fuente:

Con todo ello, la relación de Carbajal y Robles es una de las más relevantes en el corpus textual del virreinato del Perú. Su extensión y riqueza para la visión de la construcción cultural de la Lima virreinal la convierte en un documento de primer orden desde el que ratificar que los códigos ideológicos que se pusieron en funcionamiento a partir del comienzo del proceso colonizador, tuvieron no solo en el teatro, sino también en la fiesta —y por ende, en el ámbito de lo parateatral— un medio de difusión principal. Ello afectaba tanto a la estructura social como a la maquinaria de un poder que siempre tuvo en cuenta la risa y el divertimento como mecanismo principal para iluminar las calles y sus gentes; en definitiva, para enfocar el escenario urbano como gran teatro del mundo protagonizando el paréntesis anual de lo festivo; en síntesis, como el territorio de lo excepcional.

2. La relación de Diego de Ojeda (1659)

Dedicado al nacimiento de Felipe Próspero, y fechado en 1659, el texto de Ojeda resulta también muy significativo para la exaltación de la capital virreinal. Comienza, tras las aprobaciones, con el Proemio, en el que el autor se remonta al Descubrimiento desde una óptica geográfica, ligada a la antigua concepción triangular del mundo que obedecía al credo católico y que se concretaba en la existencia de los tres continentes previos a 1492. Asimismo, en el proemio emerge el tópico de la grandeza y las riquezas del Nuevo Mundo, de las que el autor se enorgullece. La apelación a los orígenes del Imperio a través de la figura de Carlos V (el «heroico emperador ») deviene de inmediato en alabanza a la ciudad de Lima, en la tradición de las laudes civitatis, iniciada desde el punto de vista geográfico, pero también toponímico:

… grande ciudad de los Reyes, metrópoli y cabeza destos extendidos reinos del Perú, cuyo antiguo nombre desde la opulenta monarquía de los reyes Ingas fue Rímac, y corrupto el nombre Lima, está sitiada, como queda advertido, en la cuarta parte del mundo, y como dicen otros, en la parte incógnita y austral del globo 8 .

Tras una minuciosa explicación geográfica, que da cuenta de la importancia que tenían en la época las referencias espaciales en medio de un territorio desconocido, sigue la construcción de Lima en sus orígenes, para la cual Ojeda utiliza el recurso habitual de los cronistas: la comparación con los referentes conocidos (grandes ciudades como Venecia, Sevilla, Lisboa) que sirven a su tiempo para enaltecer los orígenes de la ciudad como gran enclave «de España», pero también «deste nuevo mundo», en el que ha florecido lo mejor de su sangre, sellando con ello el carácter netamente hispánico y elitista de la ciudad:

No fue Lima en sus principios grande población, como ni lo fueron Venecia, Sevilla, ni Lisboa, pero valga por uno de sus argumentos de la bondad de su sitio y comodidad de su habitación […] iba aumentando, hasta llegar a levantar cabeza, entre las más ilustres ciudades de España, y este nuevo mundo, no solo por su fundación, sino mucho más por su autoridad y nobleza, que son muchos los caballeros que hay en ella, de ilustres y antiguas casas de España, que se congratulan viendo que su sangre y antiguos troncos castellanos han florecido y producido en este mundo nuevo, siendo los nobles y la nobleza los calificados en sangre, por su antigüedad y hazañas de sus progenitores en una república y monarquía…

Reparemos en la perspectiva laudatoria de la ciudad en base a su dimensión y configuración española, como colonia que ha potenciado lo mejor de dicha herencia, así como en la apelación a la pureza de sangre. El proemio relata después los preparativos de las fiestas celebradas por el nacimiento del príncipe, que más adelante tendrán su despliegue pormenorizado en las siguientes partes del volumen: la relación propiamente dicha, seguida de los festejos celebrados por los diferentes gremios de la ciudad. Iniciada la fiesta el 11 de junio de 1658 en la Ciudad de los Reyes, la relación describe cómo la ciudad engalanada tiene en el acto festivo su momento álgido para la construcción mitificadora, ante lo superlativo que la fiesta implica en cuanto a despliegue de luz, color, sonido, tal y como ocurre en la relación de Carbajal: «infinitas luminarias, o artificiales Soles, con cuyo ardor nuestra Lima quedó asombrada de luces». La ciudad convertida en escenario, sacada de su rutina, cobra los tintes de la transmutación que implica el disfraz como elemento esencial de la fiesta: «Todo fue regocijo, todo fiesta, y entretenimiento todo. Mucho repique de campanas, y asistencia de ministriles en divididos coros continuó el festejo».

Diego de Ojeda relata las fiestas celebradas en lo sucesivo el 21 de junio, el 5 y el 16 de julio, en las cuales las élites gobernantes desfilan por las calles: los alcaldes, regimiento y caballeros, y «el Embajador, que trajo las felices nuevas del nacimiento del Príncipe nuestro señor». Finalmente, el Proemio concluye con unas líneas fundamentales para completar la idea mitificadora tanto de la ciudad, que se desarrollará profusamente a lo largo de todo el volumen, como de la propia relación de fiesta, sobre la que Ojeda reflexiona a lo largo del texto desde el punto de vista de las particularidades del género, situándola ahora en un plano superior a las historias antiguas:

… este ilustre Cabildo sirve de espejo en que se mira toda España, cuyas fiestas prosigo, pues son tan grandiosas que aunque presumo que no caben en la misma dilatada imaginación, no ha de haber ejemplar que las iguale en las historias antiguas 9 .

Por último, la mitificación de la ciudad se intensifica de nuevo a través de la equiparación con Roma y la comparación con Grecia, redondeando con ello el recurso mitificador con la apelación completa al mundo clásico occidental. Más adelante sigue nuevamente la glorificación de la ciudad, ahora a través del tópico recurrente en las crónicas sobre la incapacidad de dar cuenta de tanta magnificencia a través de la escritura, metaforizada en la pintura: «Grande fue este día, y si en alguno se pudo fundar lo que es esta gran Ciudad de Lima, fue este, porque se vieron tantas cosas, y tan grandes todas, que individuarlas es imposible, porque fue tan superior en todo, que el mas diestro pincel puede bosquejarle, sí; pero pintarle, no». El festejo se despide con la apelación de nuevo a la «Imperial ciudad de los Reyes» y con estas líneas laudatorias hacia las autoridades peninsulares, convirtiéndose de este modo la relación en un documento con el que su autor expresaba el orgullo de pertenencia a la ciudad y al Nuevo Mundo —muestra del creciente sentimiento criollo—, al tiempo que hacía llegar a la corte la reverencia que la ciudad y el virreinato profesaban al rey con la mayor magnificencia posible:

Estas han sido las demostraciones de alegría con que hasta hoy ha celebrado esta ciudad, y sus caballeros, la alegre nueva del nacimiento del príncipe nuestro señor, quedando con ánimo, de continuarlas siempre que se ofrezca servir a su Majestad.

Por último, la relación concluye con una imagen similar a la de Carbajal: la del descubridor colocando el orbe en manos del rey de España y recorriendo las calles de Lima; otro ejemplo de propaganda imperial difundida a través de la fiesta. Se trataba, en definitiva, de glorificar y mitificar el hecho histórico del descubrimiento y de la conquista para refrendar y solidificar las bases del orden virreinal, enraizadas además en el mundo occidental y sus mitos fundacionales representados finalmente por las divinidades de Hércules y Baco. Con estas dos imágenes, los carros alegóricos de los cuatro elementos y la escena de Fernando el Católico con Colón, se difundía la idea del dominio sobre el orbe 10 .

3. La relación de Juan Meléndez (1671)

Si un texto destaca en la evolución de la propaganda imperial hacia la expresión creciente del sentimiento criollo, y en la transmisión de la identidad a través de las fiestas y sus textos, sin duda este es el de fray Juan Meléndez: Festiva pompa, culto religioso, veneración reverente, fiesta, aclamación y aplauso a la feliz beatificación de la bienaventurada virgen Rosa de S. María (Lima, 1671). Conocido Meléndez por ser el autor de Tesoros verdaderos de las Indias (1681), estuvo a cargo de la relación de fiestas con que el Cabildo de Lima, el virrey y la orden de santo Domingo celebraron la beatificación de Rosa de Lima. El volumen —relato de ciento veintiuna páginas— contiene la relación de los fastos, así como, al final, diversas composiciones poéticas en honor de la entonces primera beata de América, los mismos que formaron parte de las diversas celebraciones. El texto invoca a la mujer beatificada como una hija espiritual de la religión de santo Domingo y, sobre todo, como fruto de América 11 .

La utilización de su figura por parte de Meléndez para la realización de una reivindicación americanista frente a España está presente a lo largo de todo el texto 12 , que cuenta con pormenor la llegada de la noticia de esta beatificación a Lima en 1668. Esta construcción de santa Rosa como símbolo identitario se intensifica al aparecer rodeada, insistentemente, de elementos mitificadores tanto de la naturaleza del Perú como de la ciudad de Lima. Pongamos como ejemplo la siguiente alusión al río Marañón, uno de los principales de América: «No hay que mendigar ajenos Nilos, ni Éufrates, cuando tenemos a este rey de los ríos en las Indias» (fol. 19). En lo que respecta a la mitificación de Lima, se trata de uno de los ejes vertebrales de todo el texto y comienza en el Exordio: «Riquísimo Reino del Perú, y nobilísima sobre muy leal ciudad de Lima, opulento emporio suyo, que sin agravio de otra lo pudiera ser del mundo» (fol. 1). Vemos aquí la construcción de la imagen de Lima como enclave privilegiado del mundo, un encomio superlativo del lugar elegido para ser patria de Rosa, de forma que los elogios a Rosa lo son a la ciudad. El programa alegórico que subyace a esta construcción es especialmente visible en ejemplos como el siguiente: «Por el abril de 1586 brotó a respirar fragancias esta Rosa en el vergel florido desta metrópoli de la América» (fol. 2); programa que supone, en palabras de Judith Farré, «reconocer la fertilidad del suelo, es decir, la espiritualidad americana, al producir flores de fragancia, como Santa Rosa de Lima» 13 . Los ejemplos sobre la construcción de Lima en conexión con la homenajeada en aras de esta mitificación recíproca son constantes a lo largo del texto: «la beatificación de una hija, las primicias de este reino, la primogénita de esta insigne y nobilísima Ciudad de los Reyes, nunca más gloriosamente coronada que teniendo tal hija por corona, sobre las tres, que la ciñen; de nuestra criolla, digo, la beata Rosa de Santa María» (fol. 37). Meléndez hace aquí referencia a la tres veces coronada Ciudad de los Reyes, como ocurre en otros momentos del texto: «a los pies de Rosa las tres coronas, blasón de la ilustre patria» (fol. 84), aludiendo a los orígenes de la fundación de la ciudad. Asimismo, es recurrente también la utilización de la equiparación con ciudades míticas: «nueva Troya Lima feliz por su Rosa, mejor que desdichada aquella por su Elena…» (fol. 73).

Diez años después de la Festiva pompa, en la segunda parte de Tesoros verdaderos de las Indias, Meléndez complementaría esta mitificación urbana con la comparación crucial, señalada por Mazzotti, entre Lima y Jerusalén: «y hasta fue diseñada por Dios, con lo cual se le otorgaba a la ciudad rango de punto simbólico fundamental dentro de un metarrelato providencialista sobre el orden cristiano en el Nuevo Mundo» 14 . Esta línea de exaltación superlativa de la urbe, que ya estaba en la Festiva poma, y que inscribe estos textos en la mencionada tradición de las laudes civitatis (tan relevante para la consolidación de los virreinatos desde sus orígenes) permitía crear el contexto idóneo para que los habitantes de Lima fueran incluidos a su vez en el texto en toda esta grandeza. En este sentido, el tópico de la fertilidad de la naturaleza asociado a santa Rosa será fundamental:

Si las plantas de vida vegetable, por la cercanía, por la vecindad y por haber nacido donde nació la beata Rosa dan gracias a Dios imitándola, con cuánta mayor razón nos ejecuta a nosotros, vivientes racionales, que nacimos en la misma ciudad que ella nació, y tenemos la planta, no en el parque de la tierra, sino la Rosa fragante en los jardines del Cielo ya beatificada, hermana nuestra tan cercana, y tan vecina, el dar a Dios continuas gracias (fol. 39).

Así pues, el ensemble entre Rosa, la ciudad y sus habitantes resulta en una operación mitificadora que obedece a un claro programa ideológico para la defensa criollista. Por ello esta relación es especialmente significativa, pues permite constatar los mecanismos culturales de intensificación de este discurso vindicativo de lo americano que, a estas alturas del siglo xvii, casi en las puertas del siglo «ilustrado », estaban solidificando la construcción identitaria en esa esfera de lo real que es el escenario festivo, redimensionado y eternizado en la relación que lo describe.

En suma, las relaciones escogidas, cuyos años de publicación abarcan en buena medida el siglo xvii (1632, 1659 y 1671), reflejan una clara evolución del recurso mitificador de la capital virreinal, que se desarrolla en paralelo a las obras literarias, desde Arauco domado hasta Tesoros verdaderos de las Indias. A través de los mecanismos recorridos a lo largo de estas páginas, tales como la comparación con ciudades del Viejo Mundo y de la Antigüedad, la exaltación de los sentidos en el escenario urbano convertido en personaje protagónico, o el encumbramiento de las élites gobernantes y la conversión de la ciudad en centro del imperio hispánico (enclave privilegiado del mundo), las relaciones de fiestas escogidas hacen evolucionar la mitificación de la ciudad desde su funcionalidad para la exaltación de los orígenes en aras del enaltecimiento del orden imperial, hasta su utilización como instrumento clave para el programa ideológico criollista. Cabe concluir en este sentido que si la línea literaria es sin duda reflejo y recurso de la evolución identitaria, la relevancia de la línea festiva —que conocemos por los textos que la han transmitido— estriba en ser el reflejo y recurso por antonomasia, para el mismo fin por dar entera «relación» de los acontecimientos sucedidos en la esfera de lo real.

Bibliografía

Arias Cuba, Ibeth, «En torno a las fiestas de beatificación de la Rosa indiana (1668- 1671)», en Barroco iberoamericano: identidades culturales de un imperio, coord. Carmen López Calderón, María de los Ángeles Fernández Valle y María Inmaculada Rodríguez Moya, Santiago de Compostela, Andavira Editora, 2013, vol. II, pp. 581-592.

Buxó, José Pascual, «Prefacio», en Dalmacio Rodríguez, Texto y fiesta en la literatura novohispana (1650-1700), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1998.

Carbajal y Robles, Rodrigo de, Fiestas que celebró la ciudad de los Reyes del Pirú al nacimiento del serenísimo príncipe don Baltasar Carlos de Austria nuestro señor, a don Francisco Fausto Fernández de Cabrera y Bobadilla, niño de dos años, y primogénito del Excelentísimo señor conde de Chinchón, virrey del Pirú. Por el capitán don Rodrigo de Carvajal y Robles, corregidor y Justicia mayor de la provincia de Colesuyo, por su Majestad, en Lima, Jerónimo de Contreras (a costa de la ciudad), 1632. Reeditado por Francisco López Estrada, Sevilla, Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla/CSIC, 1950.

Farré, Judith, «Poéticas del espacio en las relaciones de festejos novohispanos: la beatificación de Santa Rosa de Lima», en Teorías poéticas en la literatura colonial, ed. José Pascual Buxó, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2012.

Ferrer Valls, Teresa, Nobleza y espectáculo teatral (1535-1622), Valencia, UNED/ Universidad de Sevilla/Universitat de València, 1993.

Mazzotti, José Antonio, Lima fundida. Épica y nación criolla en el Perú, Madrid/ Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert, 2016.

Medina, José Toribio, Escritores hispanoamericanos celebrados por Lope de Vega en el «Laurel de Apolo», Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1922. Hay edición digital: Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-din/escritores-hispanoamericanos-celebrados-por-lope-de-vega-en-el-laurel-de-apolo--0/html/ [consulta: 09-07-2016].

Meléndez, Juan, Festiva pompa, culto religioso, veneración reverente, fiesta, aclamación y aplauso a la feliz beatificación de la bienaventurada virgen Rosa de Santa María, tercera de la orden de predicadores, segunda Catalina Senense de la Iglesia, primera fragrante flor y fruto opimo desta plaga meridional, tesoro escondido en el campo fértil desta muy noble y muy leal ciudad de Lima, Lima, s. n., 1671.

Ojeda, Diego de, Relación de las fiestas reales que esta muy noble y leal Ciudad de los Reyes celebró este año de 1659 al nacimiento felice de nuestro príncipe y señor natural C. Felipe Próspero, príncipe de las Españas y deste Nuevo Mundo, Lima, Imprenta de la viuda de Julián Santos, 1659.

Pérez, Mirzam C., «Fomentando la identidad institucional dominicana en tres relaciones de fiestas para la beatificación de Santa Rosa de Lima», en Viajes y ciudades míticas, ed. Álvaro Baraibar y Martina Vinatea Recoba, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2015, pp. 123-130.

Ramos Sosa, Rafael, Arte festivo en Lima virreinal (siglos xvi-xvii), Sevilla, Junta de Andalucía, Asesoría Quinto Centenario, 1992.

Ramos Sosa, Rafael, «La fiesta barroca en Ciudad de México y Lima», Historia, 30, 1997, pp. 263-286.

Rodríguez, Inmaculada, «La Esperanza de la monarquía. Fiestas en el imperio hispánico por Felipe Próspero», en Visiones de un Imperio en fiesta, dir. Inmaculada Rodríguez Moya y Víctor Mínguez Cornelles, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2016, pp. 93-119.

Vega, Lope de, Relación de las fiestas que la insigne villa de Madrid hizo en la canonización de su bienaventurado hijo y patrón san Isidro, con las comedias que se representaron y los versos que en la justa poética se escribieron, Madrid, por la viuda de Alonso Martín, 1622.

Valero Juan, Eva M.ª, Lima en la tradición literaria del Perú. De la leyenda urbana a la disolución del mito, Lleida, Edicions de la Universitat de Lleida, 2003.

VV. AA., Cancionero antequerano, 1627-1628, recogido por Ignacio de Toledo y Godoy, ed. Dámaso Alonso y Rafael Ferreres, Madrid, Instituto «Miguel de Cervantes », Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1950.

Notas

1. Para trabajos que analizan la temática en su conjunto, ver Valero Juan, 2003 y Mazzotti, 2016.

2. Ferrer Valls, 1993, p. 14.

3. Buxó, 1998, p. 11.

4. Ver Ramos Sosa, 1992.

5. Sobre los festejos de nacimientos de príncipes, ver Ramos Sosa, 1997.

6. Para conocer al autor antequerano, afincado en Perú ya en su madurez, hay que acudir a la obra de José Toribio Medina Escritores hispanoamericanos celebrados por Lope de Vega en el Laurel de Apolo (1922), que contiene un capítulo dedicado a Carvajal y Robles, así como al estudio de López Estrada que acompaña a su edición de la obra (1950) y al Cancionero antequerano de Ignacio de Toledo y Godoy (1950).

7. Carbajal, Fiestas que celebró la ciudad de los Reyes del Pirú Cito la primera edición que se encuentra en la Biblioteca Nacional de España, consignando el folio en adelante.

8. Ojeda, Relación de las fiestas reales que esta Muy Noble y Leal Ciudad de los Reyes celebró este año de 1659 Cito la edición original de la Biblioteca Nacional de España, sin foliación.

9. La reflexión sobre las características y la problemática que suscitan estos textos era planteada frecuentemente por sus propios autores, como por ejemplo por Lope de Vega, en el prólogo de su Relación de las fiestas que la insigne villa de Madrid hizo en la canonización de su bienaventurado hijo y patrón san Isidro : «Entre las diferencias de la historia tienen tan ínfimo lugar las relaciones de fiestas, que aunque por algunos graves accidentes pudiera entrar en los Anales, más les podía convenir por opinión de Aselio el nombre de Efemérides o Diarios […] parece que aquello que no se remite a leyes precisas carece de arte» (sin foliación).

10. Ver Rodríguez, 2016, p. 101.

11. Recordemos que Rosa de Lima fue la primera nacida en América beatificada, el 12 de febrero de 1668, primera santa de las Indias —una santa criolla—. Al año siguiente, en 1669, sería nombrada patrona de Lima y del reino del Perú; en 1670, de las Indias y Filipinas; y sería canonizada en 1671.

12. Sobre las relaciones de fiestas dedicadas a santa Rosa y las diferencias según las ciudades en las que tuvieron lugar, relativas a la transmisión de un discurso criollista (en el caso de las celebradas en Lima) o imperialista español (en las celebradas en ciudades españolas), ver Arias Cuba, 2013, y Pérez, 2015.

13. Farré, 2012, p. 297.

14. Mazzotti, 2016, p. 157.

Buscar:
Ir a la Página
IR
APA
ISO 690-2
Harvard
powered by cygnusmind